LOS TERCIOS DE LA LIDIA DE UNA CORRIDA DE TOROS...


 LOS TERCIOS DE LA LIDIA DE UNA CORRIDA




Por: Giovanni Saavedra
         “El Zamurito”

La lidia de un toro en una corrida de toros se divide en tres tercios: el tercio de varas, el tercio de banderillas y el tercio de muerte, o, suerte suprema.





PRIMER TERCIO:

Una vez realizado el saludo con el capote, el presidente del festejo enseña su pañuelo blanco. Mediante este acto indica el inicio del tercio de varas, el primero de los tres.
En el tercio de varas se pica al toro. Para ello el picador utiliza una vara de madera. En su extremo se coloca la puya, la cual le va a ayudar a picar al toro. La puya se coloca al extremo de la vara y tiene forma de pirámide triangular, con 29mm. de alto y 20 de base de cada triángulo. Una cruceta evita que la puya entre más allá de lo debido. La longitud de la puya en caso de las novilladas disminuye hasta la mitad por aquello de la edad del astado.
El picador a parte de la puya, tiene otra serie de artilugios. Uno de ellos es la gregoriana, es la pieza de metal que lleva en la pierna para que el toro no se la aplaste en su embestida hacia el caballo. El sombrero que llevan se llama castoreño y lleva un adorno que se llama moña. El último picador del festejo se quita el castoreño y saluda al presidente después del primer tercio en señal de saludo por todos sus compañeros actuantes en el festejo.
Afortunadamente, hoy en día, los caballos de picar llevan protección para evitar que los cuernos del toro lo destrocen. La protección se llama peto y cubre todo el cuerpo de caballo. En las patas lleva otra protección del mismo tejido: los manguitos. El caballo lleva los ojos vendados para evitar la huida cuando se arranca el toro.
Las entradas que el toro hace al caballo dependen de la categoría de la plaza. En las plazas de primera categoría se exige un mínimo de dos puyazos. Por otro lado en plazas de segunda o tercera categoría es necesario, tan sólo, un puyazo. La duración de cada encuentro entre toro y caballo depende del criterio del torero, bajo supervisión del presidente del festejo.
* El 15 de abril de 1.959, El Ministerio de la Gobernación dicta una Orden por la cual señala que hay que pintar en los ruedos dos rayas concéntricas para delimitar el sitio del toro, y la colocación del caballo de picar en la suerte de varas.




SEGUNDO TERCIO

Como sucede con el primer tercio se da paso con el pañuelo blanco que el presidente saca desde el palco presidencial. Así se pone fin al tercio de varas y así comienza el segundo tercio de la lidia, el tercio de banderillas.
En este caso los subalternos juegan un papel muy importante en la colocación de las banderillas. Las banderillas sirven para ver por qué pitón embiste mejor el toro, de ahí que se vayan alternando al entrar. Dos subalternos banderillean al toro, dividiéndose las entradas. El primero o segundo de la cuadrilla pone dos pares de banderillas a uno de los dos toros del torero, mientras que, el tercero de la cuadrilla pone un par de banderillas a cada todo.
El mínimo de banderillas a clavar es de cuatro, siendo seis el máximo permitido. Atendiendo al reglamento, pero en algunos casos, y sobre todo cuando es el propio matador el que realiza este tercio durante la lidia de su toro, el presidente permite que éste coloque cuatro pares de banderillas.
Es muy frecuente que varios toreros banderilleros compartan cartel y coloquen banderillas conjuntamente a sus toros.








La Suerte Suprema
 La muerte del toro en el ruedo es la culminación de una obra, como toda vida, termina en la muerte, la única certeza que tenemos siempre. Igual mueren otros animales para alimentar al hombre, y son tratados mucho peor que los toros de lidia. Llegan al matadero en un camión de mucho menos capacidad, asfixiándose, uno encima de otro y no los matan higiénicamente, sino en auténtico desangre. ¿Eso si es cruel, o no? En el ruedo, el toro muere peleando por su vida, y cumpliendo con su objetivo, que es el ser lidiado. Si se crían gallinas para hacer caldos, igual se crían toros para ser lidiados.

Lo anterior es muy importante, pues la raza del toro de lidia existe porque hay corridas, si no las hubiera sería una especie extinta. Según Carlos Yánez, matador ecuatoriano, “no existe ningún interés económico o comercial para su conservación y ni una sola asociación “Animalista” o “Ecologista” en el mundo que se haya interesado en criar toros de lidia y proteger de esta forma su especie”. Solamente los ganaderos vinculados con la fiesta brava se han preocupado de su cuidado y crianza siendo así los verdaderos ecologistas. Además, gracias a ellos el toro está en equilibrio ambiental en su entorno, lo que importa en el mundo animal no son los individuos, sino la especie, esa es una de las tantas diferencias que hay entre animales y hombres, y la especie del toro bravo va en ascenso cada vez más.








Comentarios

Entradas más populares de este blog