La Fiesta brava es a muerte, esa es su esencia.
La Fiesta brava es a muerte, esa es su esencia. / por Acacio Sandia Scheuren
Alejandro Talavante y su toro "Frontero"
Feria el Sol 2016
"...Suprimir
alegremente la suerte suprema, es un ataque directo al corazón de la
fiesta y es un recado a los ganaderos de que los toros que nos gusta ver
en los ruedos, son precisamente esos que indultamos, toros terciados,
justos de fuerza, que no soportan más de media vara, nobles pero sin
codicia ni bravura. Toros que en definitiva no contribuyen a mejorar
nuestro ganado bravo..."
Indultado el 6 de Febrero de 2016
en la feria del Sol de Mérida
La Fiesta brava es a muerte, esa es su esencia.
Acacio Sandia Scheuren
Peña Taurina “La Flor del Trabajo”
Mérida-Venezuela, 1 de Marzo de 2016.-
El
indulto a un toro de lidia en el ruedo es un premio que se puede
otorgar en el arte taurino a un animal de genotipo y fenotipo
excepcionales, que se entiende puede servir a su propietario para
perpetuar estas características maravillosas en su descendencia y por
tanto es un reconocimiento al esfuerzo y dedicación del ganadero por
proveer a las ferias taurinas de magníficos ejemplares, que sirven de
materia prima al artista, en este caso el torero, para plasmar en el
ruedo esa obra de arte efímera y maravillosa que es una faena limpia,
pulcra, templada, armoniosa y elegante. Cuando la calidad del burel es
superior al promedio, la obra de arte resulta exquisita, sublime.
Aunque no
todo depende del animal, el torero tiene un gran peso a la hora de
interpretar las condiciones de su oponente, hay toros que en las manos
equivocadas, pasan sin pena ni gloria al desolladero, pero que en manos
de un maestro puede alcanzar la gloria en los anales de la tauromaquia,
también los hay que por su casta y bravura desbordan a su matador y lo
dejan desnudo ante al público y en muchos casos estos toros
extraordinarios pasan al olvido al no ser aprovechados a plenitud.
El premio
del indulto entonces, no es un premio al animal en sí mismo, es un
premio a su raza, belleza, bravura, nobleza, pero por encima de todo, es
un premio a su dueño que con esmero, seleccionando los cruces y
cuidados adecuados, presenta en la plaza un producto de altísima
calidad, una piedra en bruto que puede ser esculpida por el artista.
Para que un
toro de lidia sea merecedor del indulto, debe ser un ejemplar
sobresaliente en todos los tercios, y cumplir a cabalidad en tres
características fundamentales: Nobleza, bravura y trapío. El toro de
indulto debería ser un toro extraordinariamente bien presentado, tomar
la capa con bravura y recorrido, dar una fuerte pelea a los caballos
durante la pica, recibir castigo en varas y a pesar de éste, seguir
empujando con mayor fuerza, embestir con codicia y alegría a los
banderilleros, ser noble y bravo en la muleta por ambos pitones, tener
transmisión, recorrido, emoción, fijeza, no rehuir nunca la pelea en
todos los terrenos del ruedo; en fin, debe ser un ejemplar fuera de
serie, un verdadero súper dotado.
Lamentablemente,
en la América taurina y especialmente en Venezuela, el indulto se ha
convertido en un acto banal que busca complacer públicos cada día menos
enterados de estos detalles fundamentales y complacer precisamente a
quienes atacan la fiesta brava. Existe la equivocada creencia que el
indulto es un premio al torero y un acto de misericordia al animal pero
en definitiva resulta ser una vía fácil para el triunfo al prescindir
del difícil arte de matar al toro.
La muerte
del toro bravo es el origen y la razón de la lidia, toda la puesta en
escena, dividida en tres tercios o actos: Pica, banderillas y faena de
muleta tienen como principal objetivo preparar al animal para la Suerte
Suprema, el acto mediante el cual el torero se consagra como Matador de
Toros. De hecho el tercer acto no es la faena, es el tercio de muerte.
La suerte
suprema es el momento cumbre de una corrida, donde el Matador ofrece su
vida en un duelo mortal frente a su enemigo, es con la espada que se
alcanzan las glorias mayores, es con la espada que se hace un torero
“Matador de Toros” es por el estoque que algunos matadores son
reconocidos como Maestros.
Suprimir
alegremente la suerte suprema, es un ataque directo al corazón de la
fiesta y es un recado a los ganaderos de que los toros que nos gusta
ver en los ruedos, son precisamente esos que indultamos, toros
terciados, justos de fuerza, que no soportan más de media vara, nobles
pero sin codicia ni bravura. Toros que en definitiva no contribuyen a
mejorar nuestro ganado bravo.
En Mérida
debimos esperar más de 20 años para que saliera por la puerta de toriles
el bravo “Gavioto” primer toro indultado en la Román Eduardo Sandia, en
los últimos tiempos no son menos de cuatro los indultos por feria, casi
uno por tarde y no porque antaño adoleciéramos de excelentes ejemplares
sino porque nuestro nivel de exigencia era mucho mayor, actualmente el
indulto se ha convertido en la norma y no en la excepción y eso es muy
perjudicial para la fiesta brava porque menoscaba los cimientos de la
misma y pone al animal por encima del hombre, tal como pretenden
hacernos ver los animalistas.
No se trata
de menospreciar al animal, se trata de dar a las cosas su justo valor.
Los taurinos somos quienes más admiramos y protegemos al toro bravo,
gracias a esta hermosa fiesta el toro de lidia existe, es uno de los
seres del reino animal más venerado, consentido y protegido en el campo,
llega a las plazas en su madurez a cumplir con sus instintos y su rol
protagonista a exprimir su fiereza en contra de lo que se atraviese en
su camino, a matar o morir.
Esa es la
grandeza del toro bravo, no es para leche ni para carne, es para lidiar y
morir en el ruedo. No permitamos que los animalistas nos convenzan que
los toros de lidia son unas criaturas inocentes que deben extinguirse en
el campo sin oportunidad de mostrarnos sus condiciones, no sigamos su
juego al indultar cada vez más animalitos que poco o nada aportaran a la
cabaña brava nacional, luchemos por el regreso del toro de verdad,
pidamos a nuestros ganaderos trapío, presencia, fuerza, bravura y no nos
conformemos solo con la nobleza y el recorrido. Recordemos que a los
ganaderos les podemos honrar a sus pupilos con el aplauso, el arrastre
lento o la vuelta al ruedo y no solo con el indulto, no enviemos
mensajes equivocados indultando lo que no queremos seguir viendo en el
ruedo.
Este año, a
pesar del rotundo éxito y la maestría que nos trajo Don Enrique Ponce,
las fotos que dieron la vuelta al mundo fueron otras, tal vez con muy
mala intención y divulgadas por personas que ni siquiera estuvieron
presentes en la plaza, pero como una imagen vale más que mil palabras,
esos tristes animalejos retratados enlodaron una feria de mucho valor y
sentimiento taurino. Esos son los toros que no podemos permitir por muy
nobles que sean, si queremos que la nuestra siga siendo una plaza de
primera y una feria importante, aunque consientes de las dificultades de
los ganaderos hoy día, debemos ser más exigentes, rechazar lo
impresentable y dejar de indultar por indultar.
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