Los toros van al teatro
"...Que lo toros van al teatro parece difícil de
creer, pero que van y que además son protagonistas está claro en este libro, lo
mismo que el autor Azcune ha vivido más que nosotros introduciéndose en tanto
siglo..."
por: mundotoro
Van,
ya lo creo que van, y quien no lo crea que se lo pregunte a Valentín Azcune que
ha escrito una obra monumental, como las plazas y cosos que albergan el toreo,
sobre teatro y toros : “Los toros en el teatro” . ¿Escrito? Más bien arrancado
cada fecha y dato de todos los lugares en donde pudieran estar y descubierto
muchas obras olvidadas y casi enterradas. Escrito también porque su redacción
es directa y atractiva.¿Los toros van al teatro?. Pues claro. Y nada menos que
durante los últimos seis siglos, que es los que ha vivido Valentín Azcune
removiendo papeles, visitando bibliotecas, buscando obras, analizando autores.
Que lo toros van al teatro parece difícil de creer, pero que
van y que además son protagonistas está claro en este libro, lo mismo que el
autor Azcune ha vivido más que nosotros introduciéndose en tanto siglo.
Es primerizo como autor taurino –y qué debut- pero
espectacular filológo en sus muchos trabajos, tres tomos –por ejemplo editados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas
sobre naturalmente teatro, la especialidad de su vida.
Este de “Los toros en el teatro” parece un tocho, porque es
abrumador en datos, en descubrimientos, en novedades y en distracción : tiene
los argumentos de las mejores obras –muchos increíbles- y hasta los diálogos
entre personajes, verdaderamente divertidos. Y además no es una relación de
títulos sino que añade cómo estaba el toreo en cada momento de la aparición de
las obras teatrales. Por eso, y muchas cosas más, los toros también van al teatro.
Me gustaría describir, con la limitación que impone un
artículo, la original personalidad del autor, el trabajo realizado de
interminables horas y varios años y…lo conseguido (que es lo importante).
Azcune, que ya ha entrado en la historia de los autores
taurinos, es analista crítico para alabar o criticar, incluso a sí mismo, con
mucho sentido del humor. Es justo : da a cada uno lo suyo. Sin su pasión por el
teatro hubiese sido imposible ofrecernos esta joya. Y, por supuesto, muy pero
que muy aficionado a los toros.
Y original porque es el primer libro no dedicado (bueno, a
él, a su trabajo) y el primero también donde no hay una palabra –ni una- del
curriculum del autor.
Su trabajo, de chinos, como lobo solitario por amor a la
tauromaquia y el teatro. Romántico supremo. Navegando en los mares de seis
siglos.
Descubridor de obras inéditas, incluso quita la titularidad
de obras otorgadas falsamente a autores, alguno de los cuales de mucho renombre y rematadamente clásico y famoso. Por tanto,
el libro es verdadero en todos sus datos y aportaciones.
Y ha conseguido también abarcar todo lo posible en una
historia inabarcable de tamaño sideral en la que todavía quedan cosas y eso que
tiene 686 páginas de buen tamaño (casi de folio). Y desde la 455 empiezan los
apéndices, bibliografía, índice de autores y hasta un apartado de obras
apócrifas o de autenticidad dudosa o no comprobada. Amén de varios estudios
críticos. Que la mejore el que pueda.
Y aclara el autor que a lo largo del tiempo se han perdido
muchas obras y que era imposible imprimir todo lo que se estrenaba o escribía.
Editada muy bien por la Unión de Bibliófilos Taurinos
(enhorabuena para ellos y especialmente para su presidente Rafael Cabrera) y
también para el periodista Juan Miguel Núñez que la ha promocionado mucho, con
mi ayuda.
No es una historia del toreo ni una historia del teatro,
según confiesa Valentín, ninguna de las dos cosas por separado, sino un
análisis de conjunto de cuanto de taurino hay en cada obra dramática.
Una prueba más, entre un sinnúmero, de la secular vinculación
que entre Cultura y Tauromaquia ha habido en todas las épocas, incluída la
actual. O sea, que los toros nunca han dejado de ir al teatro, se han subido
siempre a los escenarios, muy pegados a las bambalinas y, por supuesto les ha
encantado ver subir y bajar el telón y escuchar los aplausos.
El mismo autor apunta como novedad la reproducción de varios
sainetes, entremeses y tonadillas de los siglos XVII y XVIII. Y disfrutar con
la música, que tantas satisfacciones nos ha dado (desde Pan y Toros a la ópera
Carmen) y el lujo de ver taurinos, poco o mucho, a la Edad Media, la Celestina
(la primera en la que se menciona nuestra Fiesta), Lope de Vega, Tirso de
Molina, Juan Ruiz de Alarcón, Calderón de la Barca, Francisco de Quevedo, don
Ramón de la Cruz, Ricardo de la Vega, Carlos Arniches, Antonio Paso, Pedro
Muñoz Seca, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Jacinto Benavente, Vicente
Blasco Ibáñez, Pérez Lugín, Francisco Serrano Anguita, Jardiel Poncela, Albert
Boadella, Rafael Alberti, Quintero-León y Quiroga, Ignacio Sánchez Mejías,
Miguel Hernández, Federico García Lorca, maestro Alonso, Miguel Mihura, Moreno
Torroba. Y un sinfín. ¡Menuda cantidad de carteles se pueden hacer con tantos
nombres inolvidables!. Y hasta se atrevieron con el teatro críticos de toros
como “Corinto y Oro” y Gregorio Corrochano. Y de los contemporáneos, Javier
Villán, que dejó los toros hace años.
Total, que hay que leerlo. Ahora que tenemos tiempo porque
acaba la temporada ahí está el libro “Los toros en el teatro” para constatar
una vez más la grandeza de ambos colosos culturales.
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