JA Salas hace y dice el toreo en San Cristóbal
Las luquesinas de José Antonio Salas, al final de su faena, dejaron ver al gran astado que merecía el indulto. Foto: Comana
por: Víctor Ramírez “Vitico”
La novillada con picadores de la feria internacional de San Sebastián
fue un gran éxito, no sólo por lo ocurrido en el ruedo, que fue mucho y
bueno. Este festejo nos demostró a todos que con unión, afición y
esfuerzo, la fiesta de los toros en nuestro país tiene futuro. No fue
una novillada más, fue la reafirmación de que es posible volver al
esplendor que antaño tuvo la tauromaquia en Venezuela. Llena de fe y
esperanza ver como San Cristóbal, su gente, su afición, dio el paso al
frente.
Se vieron cosas muy interesantes, con novillos bravos y encastados en su mayoría, y novilleros con afición, ganas, y sobre todo, compromiso. Unos con mayor cuajo que otros, pero todos dando la cara y exponiendo sus argumentos. Tenemos toreros, sólo hacen falta las necesarias oportunidades para que adquieran oficio.
José Antonio Salas se encontró con el noble y terciado “Carpintero”, al que cuajó con la rotundidad del que sabe torear. Arrancado ya desde el saludo con el capote, Salas destacó en una soberbia media verónica con aires antoñetistas. Brindó su faena a los novilleros Manolo Vanegas y Jesús Enrique Colombo, en lo que se antoja una futura terna para las ferias. Salas, relajado y con gusto, toreó estupendamente en largas series con ambas manos, enganchando muy delante las nobles y buenas embestidas de Carpintero, llevándole largo, con un excelente manejo de los tiempos, las alturas y con los flecos de la muleta muy por abajo. Varios naturales fueron buenos de verdad, así como los remates por bajo, pellizcados y con aroma. Pero como la perfección no existe, en algunos momentos se dejó enganchar el engaño, pero mantuvo el ritmo del trasteo y tras unas estupendas luquesinas llegó el clamor. Indultado el astado paseó dos orejas simbólicas. Ahora sólo falta verle con astados más cuajados, pero se le adivina un futuro prometedor.
Grata impresión dejó Jonathan Ortega, un torero por el que hay que apostar. Se lució en un estupendo quite por chicuelinas y toreó muy largo al noble novillo que enfrentó. Varias series de muletazos tuvieron temple y ritmo, sorprendente en quien torea tan poco, lo que indica que tiene valor y temple innato, difícil cualidad ésta, que sólo tienen unos pocos. La faena tuvo momentos muy buenos, pero tras un desarme al intentar un pase de las flores, decayó algo en el ánimo del público. El torero, lejos de afligirse siguió toreando y bien, por lo que tras entrar a ley a matar, cortó una merecida oreja. Atención a esta nueva promesa.
Abrió la tarde Juan Gómez, que pechó con un novillo que arrastraba los cuartos traseros y rodaba por la arena. Con esta difícil circunstancia, se apreció en Gómez que ha aprendido el oficio, pues cuando puedo toreó muy templado, con lentitud. Sufrió una fuerte voltereta.
Anyinson Vanegas salió muy decidido, toreando animoso a la verónica y clavando un portentoso par de banderillas. Vanegas demostró que tiene raza, unas enormes ganas y también falta de reposo, lo que no fue óbice para que lograra ligados muletazos, que emocionaron al público. La faena fue a menos, más no la entrega del diestro.
El cuarto fue un novillo fuerte, serio y cuajado, muy exigente por seriedad y comportamiento, ya que cortaba por el pitón izquierdo y se fue sin picar. Francisco “Chico” Paredes lo recibió con voluntariosas verónicas, pero muleta en mano, estuvo dubitativo y sin sitio, algo por demás lógico. Dura prueba para Chico, que sin el oficio necesario, lo pasó mal. Con la espada vivió un suplicio.
Estupendos lances a pies juntos de Joselito Vázquez para saludar al sexto, demostrando que maneja el capote con soltura y estilo. Banderilleó con enorme exposición y comenzó muy bien su faena, toreando relajado, vertical y con gusto. El trasteo fue bajando el diapasón tras algunos enganchones y falta de sitio. Sin embargo en este torero se adivinan cosas importantes. Tras una entera la leve petición no pasò a mayores.
Debutó con picadores Reinaldo Gil “El Tàriba” tras una buena y cantada campaña sin caballos en España. Quizás le pesó la presión el muy joven torero, que estuvo muy entregado pero algo embarullado. Larga cambiada y vibrantes verónicas para abrir, un aparatoso percance en un par de banderillas fueron el prólogo a una voluntariosa faena. Varios pases de “El Tàriba” fueron largos y lentos, demostrando buenas maneras. El novillo, enrazado no le puso fáciles las cosas. Falló a espadas.
FICHA DE LA NOVILLADA
Plaza de toros de San Cristóbal.
Jueves 26 de enero 2017
Novillada de feria. Entrada gratuita.
Unos 4.000 aficionados en tarde fría con amago de lluvia.
Novillos de Rancho Grande (primero y tercero), El Palmar de la Sierra (segundo), El Prado (cuarto, sexto y séptimo) y Juan Campolargo (quinto). Desiguales de presentación, algunos chicos y terciados, muy cuajado el cuarto. Noble pero inválido el primero, encastados segundo, cuarto y quinto. Noble y con clase el sexto, complicado pero interesante el séptimo. Bravo y noble el tercero, “Carpintero”, número 155, negro, que fue indultado.
Pesos: 350, 330, 330, 360, 380, 330 y 320 kilos.
Juan Gómez, de azul rey y oro: Palmas.
Anyinson Vanegas, de blanco y oro con remates negros: Vuelta.
José Antonio Salas, de negro y pasamanerìa blanca: Dos orejas simbólicas.
Francisco Chico Paredes, de azul marino y azabache: Silencio tras dos avisos.
Joselito Vázquez, de verde botella y oro: Saludos tras leve petición.
Jonathan Ortega, de azul pavo y oro: Oreja.
Reinaldo Gil “El Tàriba”, de negro y oro: Palmas tras aviso.
Reinaldo Gil “El Tàriba” debutó con picadores con el novillo “Soñador”,
número 50, castaño oscuro bociblanco. Destacaron en las cuadrillas en la
brega Gerson Guerrero, Mauro David Pereira y en banderillas José
Antequera y Salvador Moreno.
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