En la Monumental México… Emotivo triunfo de Sergio Flores; sale por la puerta del encierro junto con Joselito  


Con una entrada que rebasa las tres cuartas partes del aforo de la Monumental Plaza de Toros México, en lo que ha sido la Corrida Por México en pro de los damnificados de los terremotos del 7 y 19 de septiembre reciente, se han lidiado toros de diferentes ganaderías en el siguiente orden: para rejones un hermoso jabonero de La Joya, procedencia Duque de Veragua, que ha resultado reticente tras el ‘gigantesco’ rejón de castigo; Santa María de Xalpa, manso, una aproximación de suerte de varas; Jaral de Peñas, se estrelló en el caballo y le hizo perder el equilibrio cayéndose el equino, pero no peleó en varas, tuvo movilidad; Fernando de la Mora, IMPRESENTABLE, fue estentóreamente protestado teniendo que desdecirse el buenazo de Chochito Morales -quien lo aprobó INDEBIDAMENTE-, siendo devuelto, salió un toro de reserva que procedió de Jaral de Peñas, manso y descastado; Montecristo, manso y descastado; Villar del Águila, un astado muy justo de presencia que resultó pitado a su salida, no peleó en caballos apenas y un picotacillo, fue reservón y tuvo movilidad; Xajay, justo de presencia, manso, tuvo movilidad; y Villa Carmela, descastado, desarrollando sentido, poniéndose por delante.

El rejoneador Pablo Hermoso de Mendoza: Pitos
 Joselito Adame: Dos orejas (protestada la segunda).
 José Tomás: Oreja con protestas.
 Octavio García El Payo: Pitos.
 Julián López El Juli: Pitos.
 Sergio Flores: Dos orejas con petición de rabo.
 José Mari Manzanares: Oreja.
Luis David Adame: Silencio

Detalles:
Tras el paseíllo se guardó un minuto de silencio por las víctimas mortales de los terremotos; acto seguido, se escuchó el Himno Nacional Mexicano, interpretándose por la asistencia, tan intenso como sentido.
El tenor Fernando de la Mora, interpretó el Ave María de Franz Schubert, en homenaje a la Virgen de Guadalupe.
El buenazo de Chochito Morales aprobó un inadmisible astado de Fernando de la Mora, que ni en una novillada sin picadores debió haber salido, al margen de que era horripilante; regaló una oreja a, Joselito Adame, sin que hubiera petición, poniendo por esa pifia literalmente al público contra el torero; obsequió un arrastre lento al que hizo sexto de todo el festejo, ya que fue manso, reservón, con dócil andar.
No se siguió el orden de antigüedad de alternativa, de acuerdo a los ordenamientos de la liturgia y el contexto legal.
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Decía el inmenso, Rubén Darío, que buscaba siempre el ritmo en su poesía, ese ritmo que siempre añoran los poetas, cuando el ritmo era Rubén Darío; en eso meditaba cuando salió un astado muy justo en presencia de Villar del Águila -fracción de Xajay-, que fue pitado por su modesta geografía corpórea. Poco pasó con la capichuela en el recibo, y cuando fue llevado a la cabalgadura no peleó, apenas y un picotazo recibió.
Sergio Flores, su torero, ha creado con estas condiciones de mansedumbre que presentaba el astado la faena que impactó; aprovechó con serena inteligencia el dócil caminar, que en momentos detenía y, Sergio, aguantó hasta concretar su cometido.
Inició con el imposible pegado en tablas, para después dar paso a la mano derecha en donde hubo lentitud en cada uno de los pases que se iban sumando, merced a la intención del torero de provocar el caminar, encelándolo, pero sin agobiar a su oponente para que acudiera de acuerdo a sus designios.
Vino un cite con la derecha para dar paso al toreo natural sin pose sino con verdad, con una suavidad pasmosa, aguantando hasta lo indecible en cada trazo obligando con su impecable técnica para alargar el trazo, e inundarlo de sentimiento, por el ritmo implícito en su creación.
Si bien es cierto que sufrió un desarme replanteó con la derecha para seguir sumando más trazos cristalinos en la arquitectura y contundentes en el contenido, lo que llevó a trascender escuchando un ¡olé!, tan estentóreo como sentido, que hizo tañer las campanas de la Catedral de Apizaco.
Otro cite, para seguir conduciendo con la derecha y aparecer una arrucina tan ceñida que estrujó al cónclave para dejar doble remate, que hizo cimbrar a la Monumental México.
Tras otra serie mágica con la derecha, que había conseguido concretar, haciendo ver mejor de lo que era el astado, aparecieron unas bernadinas que no se supo cómo es que pasó el burel, el que seguramente dejó surcos con su cornamenta en su geografía corpórea.
Inexplicablemente… sí inexplicablemente, Sergio buscó el fácil indulto hasta en dos ocasiones, apoyándolo un minúsculo sector de corifeos ya notoriamente inmersos en las devastadoras bebidas espirituosas.
Parecía que se estaba negando a conquistar la gloria… porque cuando se indulta a un astado, el que triunfa es el ganadero, y por ello en el mayor coso del mundo, no se otorgan ningún apéndice.
Porque los toreros NO indultan toros, eso sería una aberrante corrupción al buscar esa artimaña para supuestamente triunfar.
No obstante, la gran mayoría del respetable, consciente de que el astado era manso, reservón y dócil, no merecía ese honor, exigió a Sergio entrara a poner la rúbrica; ¡sí!, que se decidiera a concretar el reto, y al final así ocurrió dejó un espadazo entero ante la algarabía del todos los ahí reunidos, y una vez que claudicó el astado, se exigieron los máximos trofeos.
Se exigieron más por el regalo de la segunda oreja a Joselito, porque Sergio merecía sin lugar a dudas, las dos orejas conquistadas a ley.
El buenazo de Chochito desde el palco de la inútil autoridad, sólo autorizó el doble trofeo, pero tuvo la feliz ocurrencia de ordenar un arrastre lento para homenajear a un bovino manso.
Sergio daría una vuelta con una fuerza inaudita, con el público entregado entre vítores de admiración y reconocimiento.
Había triunfado.
Joselito Adame, cortó dos orejas a un toro de Santa María de Xalpa, al que fue a recibir a porta gayola, con más entusiasmo que otra cosa, ya de pié, lo lanceó a pies juntos, y dejó como recorte una chicuelina. Decidió llevarlo al caballo y el toro se desplomó, recibiendo un intento de puyazo trasero. Un quite por medias gaoneras, faltó el farol que da inicio, y el de Santa María de Xalpa se volvió a derrumbar.
Pasado un tercio de banderillas más de trámite, José se fue a citarlo de largo y cuando por fin decidió acudir el toro a, Juan Saldaña, se le ocurrió ir a voltear la montera que tras el brindis había quedado boca arriba en la arena, quedando el subalterno en serio peligro, suspendiendo por lógica el prólogo muleteril.
José, replanteó el inicio, volvió a citar de largo y concretó cambiados por la espalda rematados por el frente. Una primera serie con la derecha muy reunido, que tuviera continuación con otras de menor intensidad; el astado le hizo un extraño al intentar por le lado natural, pero lo consumó, aunque no hubiera impactado lo suficiente.
Al final el toro acabó rajándose, vinieron las manoletinas y se tiró a matar sin muleta, lo que molestó al respetable, dejando una estocada traserísima. Tras sucumbir el astado, el buenazo de Chochito le concedió dos orejas siendo sonoramente protestada la segunda, echándole, literalmente, el público al torero.
José Tomás cortaría una oreja que tuvo sus protestas, sí tras enfrentar a Brigadista de Jaral de Peñas. Lanceó entre buenas verónicas y otras estropeadas, dejando un recorte a una mano. El público le festejó todo, lo bueno, lo regular y lo malo.
El toro se estrelló en el peto y el caballo se cayó por fallarle el equilibrio tras el golpazo del encuentro, y hasta ahí quedo el intento de tercio de varas.
Hubo gaoneras algunas estropeadas pero correctas en general, le faltó el farol que da inicio al quite,  como lo concibió, el inmenso, Rodolfo Gaona; pero se entiende que las limitaciones físicas que tiene José Tomás le llevan a omitirlo.
Y comenzó la faena con pases por alto, sí un ceñido prólogo rematado con el desdén.
La faena tuvo el mérito de servir el torero como enfermero, ya que daba pausas al toro para no agotarlo. Así hubo series con ambas manos que entusiasmaron al cónclave, pero…
… pero faltaba la verdad del toro bravo y encastado para que José Tomás concertara la pureza del toreo que tanto dice defender.
Al final, estatuarios y una trincherilla, para dar paso al acero, citando afuera de la suerte y en corto por lo que pincha; vuelve a repetir los procedimientos, deja una media tendida, y cuando por fin cae, hay una petición que no consigue mayoría, por lo que la oreja es protestada
El caminar del festejo prosiguió, y apareció, José María Manzanares hijo, y enfrentó a un astado justo de presencia de, Xajay; le vimos lances correctos, consecuencia de las buenas maneras que posee este artista de Alicante; quien se prodigó con momentos interesantes con la muleta en el toreo al natural, clase y calidad en su expresión. Bellos momentos escultóricos que supo reconocer el público tras poner punto final a su participación, y concederle merecida oreja.
Voluntad inquebrantable mostró, Luis David Adame, con un sofocante astado manso y descastado de Villa Carmela, que fue desarrollando genio. Aparecieron lances a la verónica a los que intercaló  caleserinas. Después de varas, hicieron acto de presencia, unas bien logradas zapopinas, que extrajo a esa piedra de mansedumbre. El tercio de banderillas tuvo mucha voluntad.
El inicio de su faena con cambiados por la espalda casi imposibles de concretar, pero Luis David, lo consiguió, lo que sí no pudo conseguir, fue que sus ilusiones no se estrellaran ante el muro infranqueable de la mansedumbre que tenía el de Villa Carmela.
En este festejo kilométrico, también estuvo, Pablo Hermoso de Mendoza, o como ya le gritan en México…
… “¡Pableritas de Navarra!”, porque ya no es ni la sombra de lo que fue.
Pablo en verdad está en su etapa jubilatoria y salió simplemente a cumplir. Se divisó un gigantesco rejón de castigo muy contrario, o mejor dicho, contrario y bajo, que pareció dejar amorcillado de inmediato al toro de La Joya, luego banderillas que se caían, dejándolas también muy contrarias.
Algo intentó torear, con gamerinas -que no mendocinas- ya que, según nos afirmó, Diego Ventura, la primera vez que las vio aparecer, fue con Emiliano Gamero.
Fatal estuvo Pableritas con el rejón de muerte, teniendo que descender para descabellar. Fue pitado.
El Juli, decidió traer uno de Montecristo que no le duró ni la víspera, destacando como siempre su julipié… citar afuera de la suerte en corto, dejar pasar al toro, y a paso de banderilla con un brinquillo espectacular asestar el acero, en unas ocasiones pincha en otras cae muy trasero y muy contrario como en esta, por lo que descabelló y escuchó pitos.
Y, El Payo, no se entiende el por qué escogió a ese horripilante pequeñajo de Fernando de la Mora, que el público ordenó se devolviera, para salir un sustituto de Jaral de Peñas, tan malo que sólo hubo una anodina participación. Cuando intentaba dejar el acero se fue la luz en la monumental plaza, regresó de inmediato y así, a media luz, terminó su paso por este festejo el señor Payo.
Al final, el público notoriamente emocionado por lo que había consumado, Sergio Flores, lo vio salir por la Puerta Enorme, como me dijo la ganadera de Pozo Hondo, Doña Ana María Rivero Llaguno, “… esa no es puerta grande, es una puerta enorme”, y sí le asiste la razón.
Sergio Flores, acompañado de Joselito Adame, salieron por la Puerta Enorme de la Monumental México, la Puerta del Encierro.

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