TALAVANTE. Algo huele a podrido en Dinamarca / por Antonio Girol
Talavante en el patio de caballos de la plaza de toros de Jerez de la Frontera (FOTO: Arjona-Aplausos)
“…Si
esto mismo lo aplicamos al toreo, es fácil adivinar dónde nace la
podredumbre. Y como el país del usurpador rey Claudio nos queda bastante
lejos, en este caso sería más oportuno decir, por ejemplo, Salamanca,
que rima con Dinamarca, y cae más cerca….”
Algo huele a podrido en Dinamarca
Algo huele a podrido en Dinamarca
Antonio Girol
Querido
Alejandro, desconozco si te gusta la literatura. Aunque algo dentro de
mí me dice que eres leído porque los artistas, y tú lo eres con creces
en lo tuyo, suelen nutrirse de otras artes. Seguro que conoces la más
afamada frase de las muchas que escribiese William Shakespeare. Me
refiero a aquella que dice: algo huele a podrido en Dinamarca, y que
pronuncia Marcelo en Hamlet. Con la que el genial dramaturgo inglés
quiso reflejar la decadencia moral del reino escandinavo. En lo que no
era más que una metáfora porque al igual que el pescado cuando se pudre
lo hace por la cabeza, un estado lo hace por sus dirigentes.
Si esto mismo lo aplicamos al toreo, es fácil adivinar dónde nace la
podredumbre. Y como el país del usurpador rey Claudio nos queda bastante
lejos, en este caso sería más oportuno decir, por ejemplo, Salamanca,
que rima con Dinamarca, y cae más cerca.
Querido
Alejandro, que un figurón de época, torero de fantasía de los que tanto
escasean en el escalafón, como es tu caso se marche asqueado por lo que
lleva tragado en esta temporada no es más que la constatación del
sistema putrefacto que habita en el toreo para desgracia de aficionados
cabales, de esos que cada vez abundan menos para alegría del sistema.
Ese mismo sistema que mangonea imponiendo toreros más parecidos a
funcionarios que a artistas. Ese sistema que entre bambalinas sugiere
qué toreros deben estar en las ferias y, lo que es más triste, quienes
no aunque eso signifique una merma de calidad en los carteles.
Ante
ese panorama, es normal, y diría que incluso comprensible, que un
espíritu libre como el tuyo haya dicho hasta aquí hemos llegado,
pliegues velas y te retires a Los Arrifes de Arriba a seguir soñando
mientras la ponzoña continúe ensuciando todo lo que toca.
Cuando
esta tarde te veía brindar a tu hermano, con el que has compartido
tantos sinsabores estos últimos meses, me empecé a barruntar lo que
luego sería una realidad al leer el tuit en el que tu equipo de prensa
anunciaba que decías adiós de forma indefinida. No te negaré que me dio
rabia leer ese mensaje porque era la constatación de que una vez más, a
diferencia de las películas, los malos volvían a ganar en la vida real.
Que
esta temporada tus paseíllos hayan decrecido en veinte tardes en
comparación con las que toreaste en 2017 tomando como fechas desde junio
a octubre no es más que un claro ejemplo de que algo huele a podrido, a
muy podrido.
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